Empatía en nuestro lenguaje: el poder de las palabras 

Las palabras son muy poderosas, cargan cosas más grandes que ellas mismas. Existen personas como yo que graban a las personas por frases y hasta recordamos palabras importantes como un archivo de memorias.

Las palabras que utilizamos pueden tener un gran impacto en el comportamiento y en la percepción de las personas. Hace unas semanas tropezaba con una gráfica que insinuaba que las personas escogían ser obesas, que algunas personas preferían vivir una vida en sobrepeso con todas las dificultades que esto puede implicar…y pensé en el poder de esas palabras.

Los profesionales de la salud no estamos exentos a utilizar un lenguaje erróneo al momento de evaluar y educar a nuestros pacientes. Para atender esto algunas organizaciones como la Asociación Americana de Diabetes ha creado guías con recomendaciones de palabras que se deben utilizar al momento de hablar y dirigirnos a las personas que viven con diabetes. En este movimiento también se destacan organizaciones como el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), quien ofrece múltiples guías y estrategia para comunicarnos con empatía hacia los demás.

Dicho todo esto es importante hacernos una evaluación, ver que palabras utilizamos y que palabras permitimos que utilicen con nosotros. Si usted sigue a algún profesional de la salud que le hace sentir culpable porque no consume ciertos productos, si usted se siente mal porque físicamente le es imposible realizar un ejercicio particular o debido a su realidad económica no puede cumplir con cierto régimen de alimentación. Entonces tal vez toca evaluar si seguimos a las personas correctas, si recibimos servicios con la persona correcta, si tenemos el grupo de apoyo correcto. Las personas de las que nos rodeamos deben hacernos sentir escuchados y comprendidos, no juzgados o discriminados.

Aquí algunos consejos:
  1. Evalúa como te hace sentir el contenido o consejo que lees en alguna plataforma social.
  2. Pregúntate, ¿cómo te sientes después de recibir algún consejo sobre tu alimentación?, ¿Sientes que estás aprendiendo o te sientes culpable?
  3. Bajo ningún concepto mejorar nuestros hábitos de alimentación se deben sentir como un castigo.
  4. Lo que leo o recibo para mejorar mi alimentación, ¿se adapta a mi realidad?, ¿se adapta a mi presupuesto?

A todos nos sucede, a todos nos toca seguir aprendiendo. Es por esto por lo que debemos aprender a evaluar y velar las palabras que permitimos y utilizamos.

Juntos podemos hacer la diferencia.

La autora es nutricionista de Centro Ararat. Puede seguirla en sus redes sociales

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