Dr. Iván Meléndez
Una de las mayores preocupaciones para los médicos especializados en el tratamiento de VIH es la coinfección con otras condiciones que amplían el registro de riesgos probables de complicación en su cuadro clínico. En el caso del SARS-CoV-19 (Covid-19), los riesgos de una persona que vive con VIH son prácticamente los mismos que los que padecerían otros pacientes con otras condiciones crónicas. La diferencia, en este caso, estribaría en que, de manera responsable, la persona que vive con VIH se mantenga adherida a su tratamiento y a las medidas de protección recomendadas por los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés).
Desde que la comunidad médica recibió los primeros informes sobre una posible epidemia de origen desconocido y con grandes posibilidades de expandirse al resto del mundo, nunca imaginamos el alcance y la profundidad del impacto del Covid-19 en el planeta. La cantidad de personas contagiadas con el virus sobrepasa los 3,600 millones y los fallecimientos -más de $4 millones- han golpeado fuerte a la sociedad en asuntos económicos, sociales y hasta políticos . De igual manera, la desinformación sobre el tema ha producido gran confusión por datos no comprobados que se publican en los medios sociales y han generado hasta protestas masivas por la supuesta imposición del uso de la mascarilla en diversos lugares del mundo.
Riesgos probables: ¿qué ocurre si se produce la coinfección Covid-19/VIH?
No hay estadísticas actuales, hasta el momento, sobre la incidencia de casos de coinfección SARS-Cov-19/VIH, pero sí ha surgido literatura médica que documenta, en diversas instancias, el impacto de la coinfección. Los artículos publicados muestran conclusiones más o menos similares: los efectos del Covid-19 en los pacientes diagnosticados con VIH que con carga viral suprimida y adherencia al TAR son prácticamente similares a los de una persona que no tiene la condición.
De acuerdo con la información –actualizada al mes de octubre— que publica el Instituto Nacional de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés), enfatiza en las siguientes observaciones, basadas en evidencia clínica: “El tratamiento de COVID-19 en personas con VIH es el mismo que para las personas que no tienen VIH. Cuando se inicia el tratamiento de COVID-19 en pacientes con VIH, los médicos considerarán, con mayor atención, la interacción de medicamentos y las posibles toxicidades que puedan ocurrir entre los tratamientos para Covid-19, el tratamiento antirretroviral (TAR), tratamientos antimicrobios y otros medicamentos”.
Otros estudios publicados señalan que, en general, una persona que vive con VIH podría manejar la infección con Covid-19 con mucho más éxito si han mantenido la adherencia al tratamiento antirretroviral (TAR). Sin embargo, la preocupación de la comunidad médica, particularmente entre los médicos tratantes del VIH, se enfoca ahora en los albores de la temporada de influenza y pulmonía. Al tratarse de un virus novel que incide en el sistema pulmonar, una coinfección de Covid-19, VIH e influenza/pulmonía en pacientes inmunosuprimidos pudiera tener condiciones fatales.
¿Cómo se manejan estas circunstancias? En el caso de la prevención sobre la influenza y la pulmonía, es importante la integración de los componentes de cuidado clínico para orientar a las personas que viven con VIH sobre la vacunación, que inició en septiembre y continuará hasta marzo. En un extenso diálogo con el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), se realizó una conferencia en la que el experimentado infectólogo estadounidense enfatizó en el valor de la vacunación.
Fauci comentó en dicha entrevista que las complicaciones que pudieran ocurrir a nivel general para la población afectada por lo que llamó “twindemic” (o “dobledemia”) dependerán de cuánta población se vacuna para la influenza, así como la manera en que mantendrán su conciencia sobre la importancia del distanciamiento físico, la suspensión de reuniones en espacios cerrados, el uso de mascarillas y el lavado de manos. Fauci señaló que el COVID-19 no es un asunto trivial, por lo que era necesario actuar “con las herramientas que tenemos, y una de ellas es la vacuna contra la influenza.
En el caso de las personas que viven con VIH, un sistema inmunológico frágil tendría consecuencias fatales, especialmente si hay un contaje bajo de células CD4 –importante herramienta del sistema inmunológico—y si no están en TAR. De igual manera, las personas mayores de 50 años con otras comorbilidades –hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares y pulmonares—estarían en mayor riesgo si no se vacunaran. En caso de que la persona tuviera influenza aún después de haberse vacunado, Fauci aseguró que los síntomas serían más leves.
Remedios probados: ¿cómo se protege la persona que vive con VIH de la coinfección?
La principal recomendación del CDC para los pacientes con VIH es la misma que para una persona que no tiene este diagnóstico: mantener las directrices generales de autocuidado ya establecidas: el lavado frecuente de manos, uso de mascarilla en todo momento y distanciamiento físico. A modo de refuerzo, el paciente deberá alimentarse adecuadamente, dormir de siete a ocho horas diarias y, sobre todo, reducir al mínimo el estrés. Por ser un virus que afecta el sistema a nivel general, estas directrices del CDC son esenciales para el paciente con VIH: con un sistema inmune fortalecido por la adherencia al TAR, los buenos hábitos de alimentación, descanso y relajación producen excelentes efectos.
ONUSIDA planteó la importancia de que los pacientes con esta condición asumieran las protecciones recomendadas para evitar la adquisición del Covid-19. No obstante, la organización enfatizó en los riesgos que enfrenta la población en desventaja social, con condiciones insalubres, falta de acceso a agua potable y seguridad alimentaria. En esta “nueva realidad”, es esencial la continuidad de cuidado clínico a poblaciones en desventaja psicosocial, la sensibilidad hacia las personas con uso problemático de sustancias, el acceso a la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP) para reducir la adquisición del VIH y la disponibilidad a pruebas rápidas para detección temprana de este virus. En ese sentido, las organizaciones de base comunitaria y sin fines de lucro han sido más eficaces.
Sin embargo, un estudio de avalúo sobre el impacto de las poblaciones afrodescendientes en el Caribe, conducido por Institute for Latinx Health Equity confirmó a través de entrevistas a diversas organizaciones –incluyendo a Centro Ararat—la preocupación de ONUSIDA sobre la marginación social asociada con la pandemia. En dicho estudio, publicado en octubre, se confirmó que, tanto las organizaciones como sus participantes habían tenido que funcionar en modo de supervivencia para proteger la salud y bienestar de sus pacientes mientras continúa el esfuerzo para la erradicación del VIH en 2030.
Entre otros asuntos, este estudio reveló que la pandemia del Covid-19 impactó tanto la salud como el aspecto psicosocial de sus participantes, especialmente en las áreas de salud mental, inseguridad alimentaria, estabilidad financiera e interconexión/integración comunitaria. Aunque los reportes sobre la seroconversión son escasos, los entrevistados informaron sobre la posibilidad de un aumento en la transmisión del VIH dentro de estas comunidades. También, se enfatizó sobre la posibilidad de que esta desigualdad social impacte, a largo plazo, el efecto del Covid-19 en estos participantes, incluyendo la adquisición del VIH, lo que agravaría seriamente su situación general.
Este estudio también reveló que las instituciones han tenido que utilizar la creatividad para mantenerse vinculadas con sus participantes, ya que las normas de distanciamiento físico redujeron el impacto de las visitas a la clínica, los grupos de apoyo y otros esfuerzos de alcance comunitario para la prevención del VIH. Centro Ararat recurrió a diversas estrategias de promoción de servicios a través de medios sociales y el envío de pruebas rápidas caseras para detección del VIH, de modo que estos participantes “alejados” pudieran contactarse para enlace a cuidado y otros servicios de apoyo.
Un comunicado emitido por ONUSIDA en septiembre enfatizaba en las ventajas de recurrir a los precedentes históricos y clínicos establecidos por el sida para aplicarlos a esta nueva circunstancia. Winnie Byanyima, directora ejecutiva de la organización, resaltó que la lección del Covid-19 trasciende el desarrollo de un medicamento efectivo que reduzca el efecto devastador de la pandemia. Para ella, esta coyuntura pudiera resultar en la transformación sostenida de los sistemas de salud en el mundo, favoreciendo a las personas que viven con poco acceso a servicios de salud consistentes y efectivos.
Los riesgos probables se pueden atajar con la información adecuada y los recursos que un proveedor especializado en el manejo del VIH puede proveer. Los remedios probados se mantienen anclados en la responsabilidad que cada persona asumirá frente a la pandemia que es, como sabemos, una realidad ineludible. En el caso de las personas con VIH, la atención a su propio cuidado de salud, incluyendo la adherencia al TAR, las medidas de prevención señaladas por el CDC y la vacunación contra la influenza, serán sus mejores aliados para evitar la coinfección y mantener su salud en óptimas condiciones.
Publicado originalmente en Revista VIDA.